Aferrarse.

Estaba sentada en la barra del bar del único hotel decente en el pueblo. Mientras pensaba en él, se tomaba el sexto trago. El ambiente susurraba despecho, frustración, desesperanza... En el fondo, el mariachi tocaba una canción.



"...Duele verte con un tipo al que le faltan las ideas y le sobran argumentos. Duele verte anestesiada porque así se dio la cosa, porque así quiso tu suerte. Mientras yo caliento el banco de suplentes con la camiseta puesta para incluirme en tu futuro. Mientras yo te doy de día lo que él no cumple en las noches..."



La mujer, con el maquillaje escurrido por las mejillas de tanto llorar, con la cara roja de rabia y los puños apretados, le dio el último trago al tequila y se lo acabó.

-Cantinero, dáme otro.
-Ya, María. Este es el séptimo. Te vas a enfermar.
-Te vale madre... Igual que a ese cabrón.
-¿Sigues con eso, María? ¿Por eso estás aquí, llorando, acabada?
-Bueno, y a ti... ¿QUÉ? Todavía que te hago el gasto... Me hubiera ido a la cantina de don Filemón.
-Sí, para encontrarte al tipejo ése, que te lleve otra vez a las nubes, de regreso y te pase botando aquí... bueno, cómo lo vas a querer, ¿doble?
-Pus sí.


El cantinero, un hombre de unos 50 años, con el pelo negro y cano a los lados, de mirada vaga, le sirvió el tequila a María con extrema habilidad y sin derramar una gota.



"Aquí esta tu clandestino pa' jugar al escondite como amante guerrillero pa'cubrirte tus carencias de ternura y desenfreno. Aunque yo no esté en la foto de la sala de tus padres ni en el bautizo del sobrino. Y es que tu ahora tienes dos y a mi me dividen una..."



-Pero María, ¿qué pasó? ¿Qué te dio el infeliz para traerte así?
-Ay, Fermín. Lo mismo de siempre: nada. Yo aquí tomándome tu bar entero pensando en él, y él no hizo nada para ponerme así. Simplemente pasó por mi vida, y se instaló en mi puerta. Y cada vez que salgo a la calle, va conmigo, a todas partes. Y no puedo dejarlo de amar. Y él tan impasible como el maldito sábado en que llegó al pueblo.
-Un par de saludos, un par de palabras y unas cuántas miradas y te creas ilusiones sin fundamentos, María. Te estás haciendo daño y eres tan terca que nadie te puede meter en la cabeza que él no es para ti.
-Tienes razón, pero nada puedo hacer. Desde el momento en que se cruzó en mi camino, desde que me lo presentó Lucía en su cabaret, me fascinó. Esa manera de saludarme, con la seguridad suficiente para jalarme y plantarme un beso en el cachete. Todo en él se volvió mágico desde ese instante... Y verlo reír con los demás en la mesa de póquer fue como ver un ángel aparecerse...
-Ay, muchacha...

El mariachi siguió tocando y María siguió llorando.

"Cierra puertas y ventanas que el mismísimo cielo pondrá una sucursal en el séptimo piso a las once cincuenta. Mientras duren los besos y permita el reloj. Cierra puertas y ventanas que en noventa minutos habrá que condensar las caricias que caben en los huecos que dejan los encuentros furtivos y la soledad. Y es que tu ahora tienes dos y a mi me dividen una...Puede ser que tu conciencia te castigue por las noches y te aliente en las mañanas. Puede ser que un día de tantos nos quedemos sin futuro y tu sigas con tu teatro. Mientras tanto dame un beso atrincherado de esos que por ser culpables, son como agua en el desierto. Tómame como al tequila de un golpe y sin pensarlo. Que si alguien sale ganando eres tú, querida amiga, aunque pienses lo contrario. Y es que tu ahora tienes dos y a mi me dividen una...Cierra puertas y ventanas que el mismísimo cielo pondrá una sucursal en el séptimo piso a las once cincuenta. Mientras duren los besos y permita el reloj. Cierra puertas y ventanas que en noventa minutos habrá que condensar las caricias que caben en los huecos que dejan los encuentros furtivos y la soledad.Y es que tu ahora tienes dos y a mi me dividen una..."